lunes, 14 de enero de 2008

Con el último aliento...

Real Sociedad 1 -Alaves 0

Real Sociedad: Riesgo; Carlos Martínez (Estrada, min, 78), Ansotegi, Mikel González, Castillo; Elustondo, Garitano, Xabi Prieto, Aranburu; Delibasic (Morten Skoubo, min. 67) y Díaz de Cerio (Uranga, min. 81).

Deportivo Alavés: Bernardo; Angel, Pablo Casar, Gaspar, Coromina; Lacen, Sergio (Mena, min. 65), Astudillo, Toni Moral, Gabri (Samuel,min. 84); y Aganzo (Nacho Garro, min. 89).

Gol:
1-0. Elustondo min 90

Todo siguió igual en Anoeta en el primer partido del año, en el primero tras el cambio del pasado 3 de enero. Esperando la llegada de las incorporaciones prometidas, la afición txuriurdin vio pasar ante su vista dos horas similares a las vividas en los últimos tiempos. Parecido guión y con los actores de siempre, más o menos.

Y es que el sábado la Real volvió a demostrar sus carencias y sus puntos fuertes. Un equipo que después de años parece haber encontrado su filón defensivo -gracias, en gran parte a ese central llamado Mikel González- y que se mostró superior un rival al que, sin embargo, no supo doblegar. Y es que si a la Real siempre le falta gol el sábado le faltó juego ofensivo. Un centro del campo a ratos algo descolocado y poco preciso se le sumó una aparente incapacidad de Prieto para jugar lejos de su banda derecha.

Así, el partido tuvo dos caras. Una primera parte con escaso espectáculo pero algo de juego y en la que la Real pudo ponerse por delante del marcador en una gran ocasión que De Cerio no supo aprovechar sólo ante el meta rival. En la segunda parte jugar a fútbol se hizo algo difícil ante el rácano juego ofrecido por el Alaves, que cortaba continuamente las jugadas ya no con falta, sino con continuas pérdidas de tiempo y teatro de sus jugadores.

Esa triste estrategia y la labor del árbitro y sus asistentes impidieron que la Real desarrollara en esa segunda parte un mejor fútbol y que a ratos fue capaz de ofrecer. Un incansable Carlos Martínez que miraba continuamente hacía arriba con descaro y valentía, un voluntarioso Prieto que creaba peligro al caer a la banda, y la labor Castillo que firmó su mejor partido como txuriurdin dieron vida al equipo –cuando se le dejó-, que miró poco a portería pero con acierto. Un primer gol en fuera de juego –y convenientemente anulado- avisó. Un segundo gol en posición reglamentaria –pero anulado igualmente- hicieron morir un poco las ilusiones de hacerse con los tres puntos definitivamente.

Y ya cuando el partido moría, cuando el empate ya se había asimilado, cuando la afición se había resignado, apareció Elustondo. Y un grito de júbilo, rabia y orgullo llenó Anoeta.

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