Real Sociedad 0 - Nástic 0
Real Sociedad: Riesgo; Gerardo, Mikel González, Labaka, Castillo; Garitano (Gari, min. 76), Aranburu (Novo, min. 64), Martí, Mérida; Víctor y Díaz de Cerio (Delibasic, min. 79).
Nástic: Rubén Pérez, Campano, Abraham, Mairata, Mingo; Medina, Adrián (Miku, min. 76), Oscar López, Abel, Jandro (Arpón, min. 78); Moisés (Maldonado, min, 88).
Lillo suicidó ayer a la Real Sociedad. Con una planteamiento absurdo, el entrenador txuriurdin logró ahogar el poco criterio ofensivo que tiene este equipo. Mucho se venía hablando a lo largo de esta semana de la baja de Prieto, una ausencia, sin duda, más que importante. Pero de todas las maneras de suplirle, el de Tolosa se decantó por la peor. El equipo que sacó al campo fue poco menos que un auténtico suicidio para un partido en el que la Real se jugaba mucho. No ganar era un fracaso y como tal acabó un encuentro en el que la afición realista acabó hastiada de lo que vio en el césped.
No es momento de experimentos. Mucho se había especulado en las jornadas previas al partido sobre las posibles modificaciones que Lillo pensaba hacer en el once para paliar la baja de Prieto. El entrenador se decantó por un extraño trivote en el que Garitano hacía las veces de director de orquesta y Martí caía hacía la derecha mientras que Aranburu hacía lo mismo hacia la izquierda. Un equipo sin bandas y con el cambio, además, de Gerardo por Carlos Martínez. Arriba Víctor y De Cerio miraban a puerta con Mérida intentando enlazar con ellos.
Durante todo el partido la Real murió una y otra vez en un carril de un sólo camino. Sin bandas y con un Martí desaprovechado en un puesto en el que no se encontró cómodo la Real moría en un centro del campo atascado y falto de ideas. El conjunto txuri urdin era incapaz de crear jugadas por ahí y tenía que intentarlo con balones largos. Pero arriba esperaban un desparecido Víctor (una jornada más) y De Cerio quien estuvo más lento y menos inteligente de lo que acostumbra. La defensa realista no pasó apuros, pero en el centro del campo todo estaba descolocado. Ni un sólo jugador estaba cómodo en una posición en la que no debería estar y el balón acababa una y otra vez en las botas del conjunto rival. Tan sólo Castillo era capaz de ilusionar a una afición cabreada ayer.
Así, la Real llegó al descanso tras una primera parte en la que apenas inquieto a la zaga del Gimnástic y en la que no logró tirar a puerta ni una sola vez. La segunda parte comenzó igual, Lillo no hizo cambios ni en los jugadores ni en el planteamiento y el Nástic, que vivió un partido que a priori se les antojaba difícil de la manera más tranquila posible, comenzó a pensar en el empate. Un empate que para ellos era un éxito y para la Real un fracaso. Entonces Lillo decidió mover fichas. Sorprendetemente el cambio tampoco fue natural y decidió dejar a Garitano en el centro mientras colocó a Novo hacía la izquierda en sustitución de Aranburu. Un cambio que la afición no entendió y como tal le protestó al entrenador.
Después entrarían Gari Uranga por Garitano (de nuevo protestas del respetable) y Delibasic por De Cerio (dejando en el césped a un inédito Víctor). Poco o nada cambiaron las cosas, los que entraron no mejoraron el panorama y en algunos casos, como Novo, acabaron por quemar más a una afición dolida ayer desde el minuto cero del partido. Para colmo el Nástic consiguió enlazar varias jugadas que supo responder bien Riesgo. Por su parte, sólo Castillo creyó en la victoria e incluso lo intentó a la desesperada en una jugada individual que culminó con un tiro a puerta que se fue fuera.
Al final, monumental cabreo de una afición que contempló asombrada el esperpento que Lillo planificó en el campo y que sufrió, cada vez más enojada, las escasas ideas del mister para salir del suicidio en el que había metido al campo. La de ayer era una oportunidad de lujo para reafirmarse en la lucha por el segundo puesto y alejar a algunos rivales que pincharon en esta jornada, pero ahora los ánimos son mucho más pesimistas. Ganar en Málaga, además de complicado, se antoja imprescindible, para volver a creer en las posibilidades del equipo.
1 comentario:
A ver a ver, yo sigo confiando en que todavía quedan 8 jornadas y puede pasar de todo, hasta que Lillo aprenda a entrenar...
Eso sí, como dices, clave la semana que viene en Málaga. Si gana la Real y el Sporting también el Málaga se queda con sólo 3 puntos de ventaja sobre los gijoneses y 5 sobre la Real. Quizás se pongan nerviosos y con 24 puntos por jugar...hay liga!
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