jueves, 24 de noviembre de 2011

Tocados...


...y hundidos. Y rotos. De nuevo. Y es que tras las alegrías de los últimos tiempos vivían, escondidas y expectantes, muchas heridas abiertas. Ahora, tras un inicio de temporada lastimoso, tras jornadas con una imagen sonrojante en las que los aficionados han sido espectadores de la desidia, de la incapacidad y de la dolorsa falta de actitud del equipo y entrenador, la guerra ha vuelto a nuestra familia futbolera.

Los ataques y la búsqueda de un culpable se ha centrado en nuestro director deportivo, una figura que asiste a esta caída en picado del equipo con el ego impoluto. Tan sólo unas semanas después de aquel alegato de confianza ciega del presidente en Montanier ("puede marcar una época en la Real Sociedad"), Loren afirmaba que las consecuencias del entrenador eran, sólo, del entrenador. Parece que el único impune aquí sea él mismo, pero el fracaso de un hombre escogido por la directiva y en el que la directiva deposita nuestro futuro y nuestras esperanzas es también, su fracaso.

Y así estamos, en noviembre. Unos meses han bastado para que toquemos el suelo de primera división, para que los pañuelos inunden las gradas de Anoeta, para que la afición pite al entrenador y pida, a gritos, la dimisión de una figura, de una sombra cada vez más gigante que nos contempla, complacido, retorcernos de dolor, con las heridas del pasado aún sangrando.

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